Las reflexiones que comparto en este escrito nacen de un primer registro, mediado hoy por la virtualidad y acompañado del interés hacia el tema, que me permite advertir que lo lúdico y el acercamiento o la profundización de diversas expresiones artísticas aparecen fuertemente en escena durante el aislamiento social preventivo.
Al parecer, surgen diversas estrategias creativas para enfrentar el tiempo de estar en casa, en paralelo con un notorio aumento en la oferta de este tipo de actividades, con una evidente participación de la población adulta. Tal vez, el tiempo disponible creó una ruptura con aquellos imaginarios que generalmente se vinculan a la idea de que el juego o determinadas experiencias artísticas están asociadas a un solo momento en la vida: la niñez. Por lo que he podido observar en este tiempo, la creatividad y la creación emergen para trascender los imaginarios que la vinculan a lo etario ¿Por qué lxsadultxs no podrían jugar? No se trata de volver a ser niñxs sino de conectarse con algo que se nos presenta, ante la crisis, como inherente a las personas y nos habilita a vincularnos con determinados deseos. Podría pensarse que el tiempo obligatoriamente disponible y la imposibilidad de habitar el afuera posiciona a gran parte de la población de otra manera frente a un tiempo distinto. Según parece, este tiempo disponible promueve la posibilidad de la expresión ante el desconcierto y también ante el tiempo que aparece como no productivo, un tiempo que ha sido tan estereotipado sobre el imaginario en las expresiones artísticas y lúdicas. Quizás habría que analizar si son estas acciones creativas emergentes, el producto de la intención de aguantar hasta que todo pase o, en realidad, la posibilidad de hacer aparecer algo de lo nuevo; si son simples actividades de aislamiento en medio del aislamiento o la posibilidad de transformar en acto aquello que nos pasa y que nos sucede en este tiempo no previsto y desestructurado, donde podemos permitirnos jugar al teatro, a pintar, a dibujar, a cantar, a dedicarnos a hacer manualidades, etc, no con un objetivo final sino como un brote; un deseo o una posibilidad.
Hasta aquí, lo planteado me remite a pensar en dos cuestiones que son centrales para este artículo. En principio, la pregunta acerca del por qué de estas emergencias durante este tiempo particular que son del orden de lo creativo. ¿Qué aporta el arte, lo lúdico o lo creativo en este momento diferente? ¿qué nos brinda de particular, que no lo hacen otras prácticas? Pienso en estudios de referencia como el de Claudia Bang (2016) donde se analiza el arte desde experiencias de trabajo en salud mental como una potencial herramienta transformadora en sí misma, no sólo desde lo individual sino desde lo comunitario y lo social.
En otro orden me pregunto, también, qué ocurre en los distintos barrios, qué sucede con el espacio y con el tiempo cuando las condiciones básicas y materiales no están dadas, cuando no se disponen de los recursos necesarios. Pienso en la desigualdad: qué sucede cuando el acceso a ciertas experiencias, como las artísticas, ocurrían en lugares y espacios públicos o de organizaciones sociales que ahora son imposibles de habitar. Pienso si una salida creativa, creadora, artística o lúdica, no como una obligación sino como una posibilidad, puedan resignificar el tiempo que vivimos y abrir las puertas para re-construir y para re-crear. Me pregunto, también, si es posible que las mismas puedan formar parte de una estrategia de intervención para una parte de la población donde hoy el tiempo y las condiciones materiales son otras. Es sabido que estamos ante un panorama que nos coloca nuevamente frente a la urgencia, nos dispone de cara a una intervención donde nuestra acción demanda, una vez más, no sólo los recursos disponibles sino nuestra creatividad ante un escenario que se vuelve cada vez más complejo.
Entonces vuelvo a los interrogantes: ¿qué ocurre en los barrios? ¿qué acciones podemos llevar a cabo? ¿qué alcance y qué llegada tenemos? ¿qué vínculos y qué estrategias creamos? Es decir ¿qué otras cosas puede hacer el Trabajo Social vinculadas a los distintos espacios que ocupa y construye?
Seguimos frente a una gran problemática que deviene de la escasez de recursos y el desafío está en pensar, además, qué acciones podemos articular frente a este tiempo incierto y de qué manera vamos a acompañar los proyectos barriales y colectivos. La premisa no es olvidar, no es abstraerse desde la individualidad de lo que sucede, sino que se trata de pensar qué nuevos puentes se pueden construir, cómo vamos a reinventar, acompañar, sostener, habilitar o propiciar nuevos espacios para poder transformar y hacer de una “obra” una acción participativa, creativa, colectiva y consciente.
Fotografía: Collage de imágenes realizado a partir de fotografías tomadas durante el año 2019 en los talleres de “expresión artística” con niñxs y jóvenes en la Localidad de José Hernandez.
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