Opiniones| viernes, 8 de mayo de 2020

Otras coyunturas de crisis sanitarias en Argentina

Proponemos una reflexión retrospectiva sobre otras crisis sanitarias que atravesó el Estado argentino, particularmente la fiebre amarilla y gripe española, en los siglos XIX y XX, respectivamente. En un diálogo interdisciplinario entre Trabajo Social e Historia, se pretende comprender mejor las continuidades y rupturas ante la actual pandemia de COVID-19.


por María Luisa Rodríguez Balderrama y David Mouzo Williams

En un océano de proyecciones pos-pandemia del COVID-19, muchas de las cuales han pecado de ser extremadamente simplistas y especulativas, proponemos aquí en cambio un esfuerzo retrospectivo de otras pandemias y epidemias en Argentina, y sus implicancias políticas, culturales y socioeconómicas, sirviéndose de aportes desde el Trabajo Social e Historia.

Dos puntos de inflexión anteriores

Si bien la fiebre amarilla ya tenía un largo historial en el continente, que se remontaba al comercio transatlántico de personas esclavizadas en el siglo XVI, la enfermedad se volvió endémica hacia 1849, y causó mayor mortalidad en el brote epidémico de Buenos Aires de 1871, con 14.000 víctimas fatales.

Frente a este flagelo, se saturaron los establecimientos sanitarios, y las cuarentenas que sí se impusieron emanaron de forma popular (Moreno, 2009). ¿La respuesta de un Estado argentino de corte oligárquico en plena consolidación? La huida de sus funcionarios, incluyendo la Corte Suprema y el entonces presidente Sarmiento, y el despliegue de fuerzas policíacas descentralizadas, que (antes de la hegemonía del higienismo) cumplían roles a la vez represivos y sanitarios, con desalojos, quema de “objetos infecciosos” y custodia de viviendas abandonadas.

Esa “intervención estatal”, esencialmente represiva y en detrimento de las clases populares, estuvo acompañada por la entrega de subsidios la Iglesia y la Sociedad de Beneficencia, que constituían la “ayuda social” mucho antes del auge de los “derechos sociales” (Moreno, 2009). Esas mismas clases altas se reorganizaron espacialmente al mudarse a las zonas del norte de Capital Federal, dejando en el sur a las capas más empobrecidas, particularmente las personas italianas y afrodescendientes, quienes quedaron hacinadas en los conventillos y carentes de servicios básicos. La definición y abordaje de una cuestión social dependió de operadores privados, con mínima intervención estatal, hasta que hacia 1880 se creó el Departamento Nacional de Higiene (Moreno, 2009). Esa última cumpliría un rol fundamental en la próxima gran crisis sanitaria.

La “gripe española”, que como brote en realidad nació en Estados Unidos y México, no fue tomada seriamente al principio por la sociedad argentina, ya que se adjudicó a una Europa que hacia 1918 estaba signada por la pobreza y la Primera Guerra Mundial (Carbonetti, 2010). No obstante, una segunda entrada del virus en 1919 llevó a casi 15.000 muertes, concentrándose mayormente en el norte argentino.

Si bien puso especialmente en jaque a los sistemas sanitarios de Salta y Jujuy, de carácter heterogéneo y descentralizado, donde los casos se multiplicaron hasta 133 veces (Carbonetti, 2017), un Estado más interventor en desarrollo dispuso medidas concretas, aún más debido a la deslegitimación del gobierno radical por cómo manejó los levantamientos estudiantiles que llevarían a la reforma universitaria y las grandes revueltas obreras de ese mismo año. No solo cuantificó personas contagiadas y muertes, sino que a través del mencionado Departamento Nacional de Higiene dispuso la limpieza del Riachuelo, el aislamiento en la Isla Martín García de recién llegados al país, el envío de médicos a las provincias del interior y la clausura de escuelas y entretenimiento (Carbonetti, 2010).

Si bien necesarias, estas políticas no fueron aplicadas uniformemente; en parte debido a los autonomismos provinciales y el gran poder de las iglesias, pero en gran parte debido a la relegación del NOA respecto al modelo agroexportador aún vigente durante el radicalismo (Carbonetti, 2017).

Rupturas y continuidades frente al COVID-19

Mientras en el caso de la fiebre amarilla el Estado hizo poco y nada para combatir la enfermedad, primero desestimándola, luego abandonando a la población y dejando el acompañamiento a la sociedad civil, durante la gripe española nuevamente el Estado subestimó al principio el peligro de la enfermedad, pero en cuanto empeoró intervino desde el sector público para evitar más contagios, incluso llamando a cuasi cuarentena. En la actual pandemia de COVID-19, el Estado argentino adoptó una actitud preventiva, declarando la cuarentena total y obligatoria apenas producidas las primeras muertes. Las continuidades, sin embargo, superan a las rupturas.

El neoliberalismo, que parece en retroceso en Argentina pero fortalecido en otros stados latinoamericanos, encuentra en su intento por delegar a ONGs y la responsabilidad individual a la protección sanitaria, encuentra paralelismos con el Estado ausente del período oligárquico. La emergencia de estas enfermedades fue acompañada por el recrudecimiento del racismo/xenofobia, haciendo una asociación entre el carácter “foráneo” de la enfermedad con la extranjeridad: la fiebre amarilla fue usada para invisibilizar a la población afroargentina (Monkevicius, 2013), y actualmente un no-confirmado origen en Wuhan ha terminado justificando ataques a personas asiáticas por el “virus chino”.  Por último, con la complicidad de los medios de comunicación, similar a vecinos/as hacinados/as en los conventillos, las poblaciones vulnerables han sido revictimizadas, culpadas por sus condiciones materiales.

Este breve recorrido histórico por dos crisis sanitarias argentinas nos lleva a preguntarnos: ¿cómo afectarán las históricas diferencias regionales en Argentina a la propagación y combate del coronavirus?, ¿cuáles son las nuevas estrategias para “vidas vivibles”?, ¿cómo esas desigualdades estructurales se entrecruzan con el género y la sexualidad, categorías que en otras pandemias no estaban visibilizadas?, y ¿de qué manera impactan, tanto positiva como negativamente, las redes sociales y dispositivos tecnológicos en eso?

Bibliografía

Carbonetti, A. (2010). Historia de una epidemia olvidada. La pandemia de gripe española en Argentina, 1918-1919. Desacatos, 32, 159-174.

Carbonetti, A. (2017). La gripe española en el interior de la Argentina. Americania. Revista de Estudios Latinoamericanos, 6, 207-229.

Monkevicius, P. (2013). Contra la “sentencia de la Historia”: las memorias afro y las construcciones coloniales de la presencia negra en la Argentina. Question, 1(37), 351-358.

Moreno, J. L. (2009). Eramos tan pobres. De la caridad colonial a la Fundación Eva Perón. Buenos Aires: Ed. Sudamericana.

Ilustración: Carlo Carrá.

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