Marzo de 2020, Argentina y la pandemia producida por la propagación del SARS-CoV 2, causante de la enfermedad COVID-19. El presidente de la Nación anunció el “Aislamiento social, preventivo y obligatorio”. Salvo contadas excepciones, nadie podría salir a la calle.
Mientras tanto, en una realidad similar a una serie de Netflix, a las y los trabajadores de la salud nos irrumpe una misma pregunta: ¿Cómo pensamos la estrategia de cuidado? ¿Qué es la salud en este contexto? Encerrados en nuestras casas (sin dejar de producir) ¿Cómo se hace para delinear por dónde seguir?
Nuestra intervención en el ámbito de la salud invita a pensar desde nuevos lugares, preguntarnos aquello que, ante la atención de un virus o bacteria, no parece urgente. Mirar críticamente, proponernos trazar nuevos caminos, interpelar el biologicismo, la enfermedad, es “salir del laberinto por arriba” parafraseando a Leopoldo Marechal.
En gestión estatal de salud, pensar la dimensión territorial de las estrategias es hacer texto el contexto, reconociendo las redes de accesibilidad a la salud-atención-cuidado. La territorialización permite comprender “lo inesperado” (Carballeda, 2002) como parte del paisaje. Preguntarnos siempre por los Otros, bajar del pedestal y preguntarnos cómo es que resuelven la salud las personas, cuando nosotros no estamos.
En esas preguntas, es donde comenzamos a pensar que solo es posible abordar el cuidado si existe un Otro y cuando el Otro aparece como condición y no como riesgo, la dimensión colectiva de la salud se impone sobre la individual. No “caemos” en un barrio, no “bajamos”, sino que generamos condiciones para el encuentro y la posibilidad de construir opciones posibles de salud.
En la práctica profesional transitamos, desde ideas sobre la necesidad imperiosa de distanciarnos para intervenir, a la necesidad de priorizar estrategias de aproximación para la co-construcción de cuidados. Del discurso binario y biologicista -salud o enfermedad- al diálogo entre los términos del proceso salud-enfermedad-atención-cuidado.
Los determinantes sociales del proceso de salud adoptan un lugar primordial, nuestra tarea siempre es disputar la pregunta y que aparezcan en las estrategias sanitarias, los Otros, lo diverso, lo cotidiano, las redes de cuidado que se establecen en los territorios; hacer lo imposible para hacerlo posible.
Asumimos los debates de todos los tiempos respecto del concepto de salud de la OMS (1946) y reconocemos los hitos fundamentales en el proceso de reconceptualización del mismo.
“La salud, estado de completo bienestar, físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, es un derecho humano fundamental, y el logro del grado más alto posible de salud, es un objetivo social sumamente importante en todo el mundo, cuya realización exige la intervención de muchos otros sectores sociales y económicos, además del de la salud” (Alma Ata, 1978).
Desde entonces los desafíos para las ciencias sociales mantienen vigencia. Así destacados referentes teóricos han incidido en nuestro pensamiento y en las posibilidades de deconstrucción de categorías fundamentales: Canguilhem G. (1971; 2004), Gallende E. (2006), García R. (2006), Laurell A. (1987, 1994), Menéndez, E. (2003), Stolkiner A. (2007), Testa M. (1990), Vasco U. (1987), entre otros.
Desde esta perspectiva, las condiciones de vida de esas poblaciones con trabajo informal y precarias condiciones de empleo, suponen ingreso insuficiente para la producción y reproducción de la vida cotidiana y la fuerza de trabajo. Las precarias condiciones habitacionales, sin acceso a servicios básicos (agua, cloacas) y el hacinamiento de los co-habitantes , constituyen rasgos característicos . La escolarización incompleta y el acceso limitado a las prestaciones asistenciales del sistema sanitario, son prácticamente un corolario de la vida cotidiana de los integrantes del binomio desfavorecido de la ecuación fundamental de la desigualdad social, configurándose todas estas dimensiones como constitutivas del estado de realización del derecho a la salud de una población.
Desafíos y estrategias
Desde la profesión, es importante reparar en las estrategias de gestión del cuidado. En el contexto de la emergencia sanitaria, cuidar y cuidarse supone reconocer una doble implicancia en la intervención profesional, donde el contagio del virus, es la amenaza latente para una situación de salud pre-existente. El desafío es entonces, diseñar la modalidad de aproximarnos a los Otros para producir cuidados.
La necesidad de protocolizar la intervención, en el marco de las normas de bioseguridad estandarizadas para los y las trabajadores/as de la salud, tiende a generar un marco de certezas, con pautas claras para el trabajo, impactando en la contención subjetiva de ambos sujetos de la intervención.
La participación en las instancias de capacitación permanentes sobre las nuevas recomendaciones y prácticas preventivas proporcionadas por los expertos, es un imperativo para la acción. Como así también, la importancia de asesorarse respecto de la aplicación de estrategias metodológicas de relevamiento de datos, para la construcción de información epidemiológica, valorando la proximidad que tenemos los trabajadores sociales en los territorios.
La intervención en la emergencia alude a la capacidad de los equipos profesionales de revisar y re-direccionar sus acciones, en función de los tiempos y requerimientos del avance viral de la enfermedad. En este sentido, el reto es salirnos de la trampa de situar la mirada en la enfermedad y ampliar nuestros horizontes de intervención pensando en la promoción y educación para la salud.
Desde la universidad, la pandemia nos coloca en la necesidad de revisar críticamente las prácticas regulares de docencia-investigación-extensión y en la posibilidad de generar y fortalecer la capacidad de actuar y organizar respuestas integrales e interdisciplinarias, frente a los requerimientos de producción de conocimiento en tiempo real.
La pandemia COVID-19 no puede convertirse post-facto en un tema de interés, para ser solo estudiado y analizado con lejanía y distancia científica. Es necesario generar dispositivos de diálogo académicos y profesionales, participando activamente desde nuestro lugar, en los procesos colectivos de trabajo.
Para despedirnos, nos atrevemos a decir que el triunfo de la muerte será el kairós, como fragmentos de oportunidades para generar nuevos encuentros en el contexto del aislamiento preventivo; para reconocer la centralidad del Estado de caras a la validación de los derechos humanos fundamentales; para la recreación de los espacios de contención entre profesionales, tendiendo a superar las intervenciones en soledad y para retornar a los ámbitos que dejaron huellas en nuestra formación, en búsqueda de abrigo.
“¿Cómo salir de la noche doliente?
En su noche, toda mañana estriba:
de todo laberinto se sale por arriba”
Leopoldo Marechal, 1936
Ilustración: Pieter Brueghel.
Gran reflexión para este momento. Gracias por el trabajo, colegas.
Es clave pensar estrategias para que el aislamiento no se convierta en abandono. Muy bueno!