La mirada de los fenómenos como la pandemia del COVID-19, desde la perspectiva de la Gestión de Riesgo y especial con un enfoque territorial, nos pone en el necesario ejercicio de contextualizar e historizar a las comunidades donde se interviene. Estos ejercicios nos van a llevar a una serie de reflexiones que intentan pensar más allá del análisis de la epidemia, como situación que pone en amenaza a una sociedad que se encontraba muy lejos de estar en armonía hasta su aparición. También pone luz sobre los procesos sucedidos previamente, las decisiones que se han venido tomando sobre un escenario en disputa, desde el origen mismo de la historia: el Estado, los modelos que ponen en pugna la visión e intervención en este periodo del país, pero fundamentalmente en los periodos donde el virus no era una amenaza y las decisiones sobre la vida de nuestros pueblos eran otras.
El hambre es un crimen; ¿la organización popular también?
En el periodo del gobierno anterior, la política del Estado fue claramente, una conjunción de decisiones a favor de los grupos concentrados de poder: los empresarios como funcionarios públicos, la desarticulación de los organismos de contralor, el vaciamiento del Estado como herramienta de soberanía popular, y fundamentalmente la criminalización de la protesta social, con todo el aparato represivo institucional puesto al servicio de la defensa de los intereses corporativos. A su vez, la articulación grotesca con un aparato judicial que ejecutó el encarcelamiento de dirigentes territoriales y políticos aun vigentes, como formas de disciplinamiento ejemplarizantes: la materialidad sostenida en el tiempo de las sanciones que tienen los que cuestionan o enfrentan al poder.
La creación permanente de sentido, con un fuerte anclaje en los sectores medios, y precisamente, a través de los medios, de un discurso “antipolítico”, fragmentador, meritocrático, individualista, que instalaba un manto de sospecha sobre todo proceso organizativo popular, sobre las organizaciones territoriales y sus dirigentes, sobre las conducciones sindicales y todo proceso que permita desde la propia comunidad organizarse para reclamar la dignidad avasallada permanentemente por el mercado. El modelo cubano de organización comunitaria está desgastado para el imperio, como paradigma del mal, el tiempo hizo que los logros de la revolución sean indiscutibles, entonces Venezuela ocupa ese espacio en esta contemporaneidad: primero Chávez, ahora Maduro. Así, en nuestro país uno de los casos paradigmático es la organización Tupac Amaru y sus dirigentes, que son arrasados, si literalmente arrasados por un plan sistemático de exterminio: encarcelamiento, destrucción y abandono de las obras realizadas, un bombardeo informativo de destrucción simbólica de todo lo que tenga que ver con la organizacion. Esa “otredad” que permite constituir sentido de esos otros, que pueden ser sujeto de los más aberrantes crímenes por parte del poder, sin que esto sea repudiable por las mayorías.
El quehacer del Trabajo Social en el contexto de la gestión del riesgo
Los procesos que amenazan y ponen en riesgo a nuestras comunidades han sido abordados desde distintos lugares del conocimiento y desde diferentes momentos históricos. Particularmente en el momento de las crisis, es donde el Trabajo Social toma otra dimensión, por su posicionamiento entre lo territorial y lo institucional. Por eso pensar a la Gestión del Riesgo como campo de acción, desde la dimensión comunitaria, es una práctica que no nos debería ser ajena.
Conceptos como amenaza, catástrofe, vulnerabilidad y riesgo, cobran nuevo sentido a la luz de los enfoques de complejidad, y re definen nuevos modos de abordaje en cada una de las instancias operacionales que define la gestión integral del riesgo como campo profesional para el Trabajo Social. La Gestión del Riesgo puede entenderse como un conjunto de acciones dirigidas a la reducción del riesgo (prevención y mitigación), así como la atención del desastre (respuesta, rehabilitación y reconstrucción), en el que se le da un papel predominante al primer aspecto.
Diferentes autores (Arito y Jacquet, 2005; Barrantes Castillo, 2011; Herrero Muguruza, 2011; López Nieto y García, 2000), han compartido sus enfoques respecto a las situaciones de emergencia para pensar la intervención de los trabajadores sociales poniendo en diálogo los saberes de intervención del trabajo social, con las herramientas que las diferentes disciplinas han desarrollado para las situaciones de crisis. Porque necesariamente, los abordajes a realizar en la Gestión de Riesgo son transversales a la visión y acción de múltiples disciplinas profesionales y técnicas que operan en el territorio.
Ante esto, las construcciones colectivas serán a través de los diálogos de saberes presentes en en los territorios. Los dispositivos de intervención que se generan en estos escenarios de cambios cotidianos donde los sucesos que están ocurriendo a nivel global, van a impactar en la situación territorial, donde la intervención se configura “como campo problemático en la medida que ella se constituye en el escenario cotidiano donde se objetivan las manifestaciones de la cuestión social y, que reconfiguran el mundo social de los sujetos” (Margarita Rozas,2010). Por lo que es imprescindible entonces retomar los saberes comunitarios, vincular, recuperar las historias, los sentires y las vivencias, aportar al fortalecimiento de las organizaciones,para enfrentar también las otras “viejas catástrofes” (salud, educación, trabajo, hábitat entre otras) y su relación con estas “nuevas catástrofes”, en el escenario de elaboración de estrategias para la gestión del riesgo.
Desde la construcción de un Trabajo Social al servicio de las mayorías populares, sabemos que la conformación de estrategias y abordajes en esta situación, deben tener anclaje territorial en sus historias, sentires y significados, en la trama que los constituye. La irrupción en nuestras vidas de esta pandemia y su impacto político y social, nos refuerza el sentido de construcción desde la Comunidad Organizada, que avanzando con el Estado y las políticas públicas hacia el pleno ejercicio de los derechos, nos permite alcanzar lo que nos pertenece como colectivo: nuestra dignidad como Pueblo.
Bibliografía:
Arito, Sandra & Jacquet, Monica (2005). El Trabajo Social en situaciones de emergencia y catástrofe. Espacio Editorial, Universidad Nacional de Entre Ríos.
Arrúa, Vanesa (2006). “La producción de conocimiento desde el dialogo de saberes”. Revista Trama, Año 5.
Barrantes Castillo, G. & Márquez Reyes, R. (2011). “De la atención del Desastre a la Gestión del Riesgo; una visión desde la Geografía”. Revista Geográfica de América Central N°47. II Semestre.
Carrillo, R. (2018). Política Sanitaria Argentina. Edunla Cooperativa – Universidad Nacional de Lanus, buenos Aires.
Herrero Muguruza, Itziar (2011). “Los Trabajadores sociales en situaciones de crisis, emergencias y catástrofes” Revista Margen Nº 63, Buenos Aires.
López Nieto, M. y Garcia, M. C. (2000). “Intervención de Trabajo Social y Situación de Desastre”. Revista de Trabajo Social N2. Universidad Nacional de Colombia.
Perón (2016). La comunidad organizada (1949). Incluye la Reforma Constitucional sancionada por la Convención Nacional Constituyente en 1949. Buenos Aires, Biblioteca del Congreso de la Nación.
Otras fuentes:
BOLETÍN OFICIAL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA, LEY 27.287, 20 de Octubre de 2016 Sistema Nacional de Gestión integral del Riesgo y la Protección Civil (SINAGIR).
Ilustración: Daniel Santoro.
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