En esta entrevista con Adriana Clemente, comenzamos analizando las últimas medidas que según el gobierno de Cambiemos, significarían un alivio para los argentinos. Ella explicó que “el gobierno anunció una serie de medidas en cabeza de la Ministra de Desarrollo Social, medidas que para nada son conducentes en la concepción de alguien que tendría que estar desarrollando políticas procíclicas, atendiendo la emergencia y no anunciando nuevos créditos que sabemos son de altísimo endeudamiento y que como propuesta es una de las peores que se puede llegar a hacer, teniendo en cuenta que la gente pobre ya está sobre endeudada, ya gastó sus ahorros, ya está llevando a trueque lo que no tiene”.
Luego, la entrevistada historiza la utilización que la noción de alivio ha tenido en la definición de la política social. En este sentido, afirma que “podemos ubicarlo claramente en la década del 80 y del 90. con todo lo que fue la reforma del Estado. La noción de alivio fue la palabra totalizadora que vino a reemplazar lo que es la erradicación, la superación o el ataque a la pobreza, una serie de denominaciones que en ese tiempo se dio el establishment para plantear que la agenda de la pobreza era importante. Después de utilizar distintas adjetivaciones, la noción de alivio fue la que se instaló. Es una versión moderada y aggiornada de plantear que el problema es irresoluble y que en realidad lo que podés hacer como un enfermo terminal es aliviarlo. Es la metáfora médica que siempre en lo social tiene peso”.
Ya pensando la complejidad de estas lógicas que hoy atraviesan las políticas sociales, en el reportaje reflexionamos acerca de la intervención profesional. Clemente sostuvo que “hoy en día estamos en lo que se llama pobreza masiva, es decir, habíamos llegado a un punto. Tomo el 2010 como un punto importante en donde el problema seguía siendo significativo, pero podíamos cuantificarlo, caracterizarlo, describirlo y podíamos darnos estrategias para atender a los distintos sectores. En definitiva, estábamos pudiendo hacer sintonía fina o atacando problemas que a veces en la agenda aparecen invisibilizados. Hoy volvemos al momento en el que es muy difícil diferenciar, teorizar con una particularidad que es la ausencia total de recursos. La posibilidad de gestionar respuestas en este momento para las colegas está vedado, prácticamente no hay ventanillas, no hay lugar en el que uno puede iniciar una gestión y saber que va a tener un curso determinado. En ese sentido, el quehacer se vuelve incierto, la incertidumbre es lo que prima, las instituciones se vuelven inútiles, entonces la gente no circula por ellas. Es un momento trágico porque efectivamente la capacidad resolutiva está prácticamente vedada. Nuestra profesión es interventiva, busca generar respuestas, no sólo interpretar o explicar, sino modificar y el poder transformador está absolutamente vedado. Entonces qué hubo en este tiempo, hubo resistencia, se mantuvieron los grupos, los espacios de contención, se distribuyó lo poco que había, donde hubo profesionales a conciencia eso se administró explicando por qué lo insuficiente y ayudando a que las redes operen en consecuencia allí donde el Estado no estuvo. Yo entiendo que es un momento de resistencia y de repliegue de la cuestión social en todo sentido, pero no haber hecho esos trabajos implicaría que el día después cuando volvamos a ponernos de pie para atender el ejército de desastre que nos va a dejar este gobierno, donde estuvieron colegas y equipos interdisciplinarios trabajando en ese sentido, vamos a poder rápidamente retomar el sentido de la prioridad y planificar. No es tiempo de planificar, es tiempo de resistir”.
En el contexto de deterioro, vaciamiento de la capacidad de respuesta del Estado y de repliegue de la cuestión social, sólo politizando los derechos es posible pensarlos desde una perspectiva de justicia social. De esta forma, Adriana Clemente argumentó: “creo que se explicó poco que detrás de un derecho hay alguna relación de fuerza que se está alterando. En un modelo capitalista, la lógica de la acumulación es dominante y por lo tanto si se logra algún efecto redistributivo es porque se tocaron intereses. Salíamos felices a decir es tu derecho y no te tengo que explicar nada y a veces, no sé si no habilitamos clientes, esta es mi duda, clientes serían personas insatisfechas que no se sienten escuchadas ni contenidas y alteran su relación con el Estado a partir de esa sensación de no haber sido correspondidos en sus derechos. Los derechos en general son ambiciosos, amplios, es una noción que raya lo liberal muchas veces y que efectivamente hay que trabajarla un poco más desde la perspectiva de la justicia social”.
A su vez, durante el encuentro dialogamos acerca de cómo pensar la participación ciudadana en este contexto y en un año que podrían darse algunas transformaciones: “le diría participación social, participación política, siempre la noción de ciudadanía deja afuera a muchos, no en nuestro lenguaje, pero formalmente sí. Creo que la diferencia que se marcó en estos años, la cantidad de veces que se salió a la calle a reclamar, con agendas emergentes como las de género, por ejemplo, marcan un poco la diferencia del tema participativo y nos permite pensar que esa red se activa y puede volcarse a trabajar todo ese espectro, ese abanico de temas que quedaron postergados, pendientes o soslayados. Es la agenda de las reivindicaciones la que nos debería mover ahora, ahí la profesión tiene que encontrar su lugar”.
Finalmente, Adriana Clemente señaló el rol de las universidades en la construcción de una nueva agenda, explicando que “el rol de las universidades fue clave en este tiempo. Fuimos los que dijimos lo que había que decir en cada lugar que se podía, los únicos que no teníamos miedo de que nos echaran, que nos dejaran sin trabajo. Sabíamos que nos iban a recortar los presupuestos, que nos iban a castigar mediáticamente, sabíamos una cantidad de cosas y sin embargo no nos callamos. En este tiempo, la universidad pública estuvo muy de pie, toda la inversión que hizo el pueblo argentino en los años anteriores para mí se honró y salimos una y otra vez a la calle, y una y otra vez a decir lo que había para decir, individual y colectivamente”.
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