Las mujeres víctimas de la dictadura crecieron en un país de raigambre conservadora, con un discurso opresivo sobre el rol que debían ocupar. Se suman a la lucha revolucionaria en contra de todos los pronósticos sociales y familiares, ocupando de forma más masiva espacios públicos y políticos inéditos. Cuando como hijxs reconstruimos sus historias, sobran relatos en los que se destaca que fueron mujeres que se animaron a enfrentar con desobediencia y valentía el autoritarismo en cada ámbito institucional en los que se desenvolvieron. Pagaron este atrevimiento con su cuerpo, no sólo porque las asesinaron y las desaparecieron, sino que a ellas las hicieron parir en cautiverio y/o les arrancaron sus hijxs y/o una vez secuestradas las sometieron a aberrantes humillaciones y abusos sexuales, delitos que tanto costó visibilizar.
Esas madres que supieron socializar su maternidad, persistir ante la impunidad y el silencio, crecer políticamente y volverse inmortales, son también un antecedente histórico que aporta a debilitar el patriarcado
Asimismo, cuando las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo deciden dejar su lugar socialmente asignado en la familia, para juntarse a buscar a sus hijxs, tal vez, consciente o inconscientemente, fue impulsado por el prejuicio social de la época de saber el impacto que podría implicar, en ese contexto social, el grito desesperado de una madre reclamando por sus hijxs, el pañal usado como pañuelo es una muestra de ello. Pero, una vez que trascendieron el reclamo individual para transformarse en un colectivo de mujeres dispuestas a hacerse escuchar, a levantarse de cada caída, a desafiarlos y hacerlos tambalear, la dictadura y los medios afines no tardaron en descalificarlas, haciéndolas pasar por locas, tal como suele hacer el patriarcado a las mujeres cuando salen del lugar de la opresión. Por otro lado, nace entre ellas un vínculo impulsado por la fuerza de la solidaridad, el sostenimiento ante el dolor, la creatividad para despistar al enemigo y la sensibilidad política para transmitir lo inmenso de su lucha, propio de los espacios femeninos. Por eso, esas madres que supieron socializar su maternidad, persistir ante la impunidad y el silencio, crecer políticamente y volverse inmortales, son también un antecedente histórico que aporta a debilitar el patriarcado.
Nosotras, las mujeres que buscamos invertir los patrones de poder con las armas de la sensibilidad y las emociones propias de nuestro género, estamos también reescribiendo la historia de esas mujeres en clave feminista
Nosotras, las mujeres, las que comenzamos a pensar nuestra vida desde los vínculos que nos sujetaron, nos hirieron y nos moldearon el cuerpo; que buscamos invertir los patrones de poder con las armas de la sensibilidad y las emociones propias de nuestro género, estamos también reescribiendo la historia de esas mujeres en clave feminista. Ellas se enfrentaron a la dictadura y al neoliberalismo que son las máximas expresiones del patriarcado, fueron perseguidas y castigadas por su doble condición de ser mujeres y militantes y también ellas supieron rebelarse contra las estructuras que pretendieron subordinarlas a un lugar social asignado. Ellas son en esta historia un ejemplo de lucha que abona de forma ineludible el progresivo cambio de paradigma al que asistimos.
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