“No puede ser que en un país que produce alimentos para 300 millones de personas haya 25 chicos que por día no puedan ver el amanecer”. Alberto Morlachetti
Con diversas trayectorias profesionales y militancias territoriales, nos abrazamos y encontramos nuestras miradas en el desconsuelo y la preocupación latente que atraviesa la niñez en la actualidad.
Los espacios de contención y aprendizaje, donde nuestros niños y niñas construyeron un sentido de pertenencia vinculado al disfrute y la recreación, se están transformando en comedores y merenderos. En ellos, muchas veces nuestros niños y niñas llevan adelante su única ingesta diaria, interpelando con crudeza su vida cotidiana y la de sus familias.
Las altas tarifas de servicios y la precarización laboral nos arrastran a la supervivencia cotidiana en las organizaciones territoriales vinculadas a la niñez
Altas tarifas de servicios y la precarización laboral, nos arrastran a la supervivencia cotidiana en las organizaciones territoriales, donde ni siquiera el arte de un bombo de murga y sus canciones de protesta son suficiente denuncia. Entonces es necesario que la organización se transforme en bandera para no perder las esperanzas.
En la asamblea donde participamos las organizaciones de niñez, nos encontramos denunciando una misma causa. La demanda “el hambre es un crimen” que levantó el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo y hoy enarbolamos nosotros, se mete en los huesos y nos roba la sonrisa, se mete en los adultos y nos roba el tiempo de compartir y los días se convierten en grises presentes sin proyección de futuro.
Exigimos la correcta distribución presupuestaria hacia políticas que garanticen efectivamente los derechos de los niños y las niñas
Pero de todas maneras, creemos que seguimos siendo dueños de la alegría. Por eso marchamos llenando las plazas y las calles de niñez; esa que es estigmatizada por quienes deberían garantizarle sus derechos, pero que no se rinde y tiene el talento de realizar una jornada de fiesta, organizándose para que su voz sea escuchada, mostrando canciones que describen sus sueños.
Las organizaciones de niñez hermanadas levantamos su voz y denunciamos la vulneración de sus derechos, exigiendo la correcta distribución presupuestaria hacia políticas que efectivamente los garanticen. Denunciamos el avasallamiento a la educación pública y a los programas que intentan fortalecer los lazos afectivos entre los niños, las niñas y la escuela. Tenemos que mantener los espacios de contención que no sólo consistan en días de clases, sino donde se disfruten los fines de semana en la escuela, participando de actividades, jugando, creando vínculo de solidaridad y pertenencia.
Desalentados por comedores llenos de ruidos de panzas vacías, transformamos las preocupaciones en zancos y marchamos cantando
Ante la criminalización de la protesta instaurada, somos precavidos y recuperamos la sensibilidad que nos ofrecen los niños y las niñas en abrazos y carcajadas durante el cotidiano. Transformamos en amor la desolación de nuestras realidades, ponemos el cuerpo y marchamos en una fiesta. Llenamos de globos y narices de payasos a las calles que no nos esperan y empapamos de música las plazas donde en lugar de juegos hay cercas. Empapelamos la ciudad con un grito de protesta que no puede enrejarse.
Desalentados por comedores llenos de ruidos de panzas vacías, transformamos las preocupaciones en zancos y marchamos cantando. Una vez más los niños y niñas serán los protagonistas de una jornada de lucha. Su voz será el reclamo de los sectores más vulnerados, su ímpetu nos guiará para desnaturalizar aquello que la cotidianeidad nos vuelve natural. La niñez es única y es deber del Estado garantizar que se transite de la mejor manera.
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