Paulina Bobadilla: “La sociedad se ha sacado la venda de los ojos en relación al cannabis medicinal”

Es referente, es mujer, es madre. Categorías que se tornan recíprocas con su activismo por el uso del cannabis medicinal. Fundadora de Mamá Cultiva en Chile y pionera en la instalación del tema a nivel regional. Sin proponérselo, se transformó en militante itinerante para que en el resto del mundo se sepa que en Nuestra América existen mujeres que luchan por el derecho de sus hijos. En esta entrevista con Entredichos, habla sobre su historia y de los proyectos que lleva adelante como parte de Mamá Cultiva.

En el marco del Primer Congreso Argentino de Cannabis y Salud impulsado por la FTS y otras casas de estudio de la UNLP, pudimos entrevistar a Paulina Bobadilla. El tema del cannabis terapéutico se viene instalando con inusitada fuerza y constancia en nuestro país y en la región.

Es notorio el avance que Mamá Cultiva de Chile logró con esta temática con tan solo 5 años de existencia. Al principio, la forma de acceso a flores de cannabis para producir aceite era vía el narcotráfico. En cambio, en la actualidad son innumerables la cantidad de talleres de autocultivo que la organizacion, junto a la Fundación Daya, han desarrollado en todo Chile.

El caso de Argentina no es menos emblemático. Existe una amplia red de cultivadores de cannabis, quienes de manera solidaria dan sus flores para producir aceite, socializan sus conocimientos sobre el cultivo y la planta en sí. Esto no es menor si tenemos en cuenta lo poco que está desarrollado el tema en la formación de grado de todos los actores involucrados en el proceso de salud-enfermedad, como así también de aquellos actores  directamente abocados al diseño de políticas públicas en general, para el bienestar de nuestra población. Hoy si el Estado argentino quisiera solucionar positivamente esta cuestión, sin lugar a estigmas y medicalización de la planta, debería recurrir a los cannabicultores y las organizaciones cannábicas.

Una parte importante de nuestra conversación con Paulina Bobadilla estuvo atravesada por el rol que debe cumplir la Universidad en todo este proceso, y quizás sea esa una pieza fundamental para la legitimación de la temática y la condición fuerte para avanzar en marcos legales y regulatorios, los cuales permitan garantizar acceso a derechos, como en este caso el derecho a la salud.

La perspectiva de género es otro eje de conversación con la entrevistada. Como a muchas de las mujeres referentes de esta temática, el activismo por la legalización y el autocultivo las sorprende en medio de situaciones familiares cuasi desesperantes. Eternas consultas y recorridas por el modelo medico hegemónico, suelen terminar en la desesperanza.

En el caso de las madres cultivadoras, la lucha por acceder al cannabis terapéutico las transforma en actores referentes que irrumpen en la escena política con la legitimidad suficiente para no retroceder. Si bien estamos en el momento más álgido de la instalación del tema en términos políticos y legales, es impensable e inviable creer que esta experiencia pueda retroceder. En todo caso la disputa que se dan es por ver cómo avanzan. Ya no son solo mujeres madres: son referentes, activistas.

Las características del Estado chileno difieren un poco de nuestra tradición. Por eso Bobadilla ve con buenos ojos lo que está sucediendo en Argentina en términos de experiencias sociales en relación al reclamo de mediación por parte del Estado. Y también del rol que viene ocupando la Universidad, la cual a pesar del escenario político actual, está involucrada en el proceso de instalación y legitimación del cannabis medicinal. En este sentido la Universidad funciona como un reaseguro, un espacio de retaguardia, es decir, un aliado fundamental.

Hablamos de financiamiento y de lo que eso podría implicar para la proyección de una organización como Mamá Cultiva. En perspectiva, se plantea el desarrollo de una estructura de contención que abarca varias dimensiones. Vivienda, capacitación, asesoramiento médico, asistencia, son algunos de los ejes que Bobadilla propone como líneas de acción en términos estratégicos, como proyección en el tiempo, afirmando que en la actual coyuntura el tema legal, para el autocultivo y el acceso al aceite, son fundamentales y se llevan la casi totalidad de los esfuerzos.

Es muy interesante comprender la lógica fundamental en donde estas prácticas se vertebran. La coherencia interna está dada, básicamente, por el acceder al aceite de cannabis y promover el autocultivo, y en este sentido un amplio abanico de temas vinculados a la fortalezas de las organizaciones sociales no son abordados, y sin embargo eso no es síntoma de debilitamiento, ni de estancamiento. Es novedoso y sobre todo auspicioso que este tipo de prácticas rompen con lo conocido hasta ahora.

La FTS participó activamente del Primer Congreso Argentino de Cannabis y Salud. No son pocas las enseñanzas que nos dejó, ni pocos los desafíos. Son tiempos de creación e iniciativa que se fundan en la lógica desesperante de encontrar respuestas. El Trabajo Social aquí tiene un buen punto para comprender límites y fortalezas, pero sobre todo de sentirnos invitados a formar parte de aquello que entra en escena, sin pedir permiso, sin antecedentes previos, que exige derechos, que ejerce soluciones y promueve rupturas.

Las experiencias existen. Será momento de ponerse a pensar no solo como aprendemos de lo nuevo, sino también como reinventamos nuestras intervenciones para ser parte de esta historia. Afortunadamente en eso estamos.

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