En el comienzo de este diálogo, Vásquez Haro plantea que las luchas feministas abrazaron lo que denominamos la igualdad de derechos, no sólo de las mujeres sino de todas las expresiones de la diversidad sexual y de género. Pero destaca la necesidad de contextualizar los principales logros en el período 2003-2015. Esta etapa la define como un momento especial de la relación entre el Estado y las organizaciones de la sociedad civil, ya que las luchas fueron acompañadas por una decisión política de garantizar y promover derechos. Más adelante, detalla lo que para ella son las grandes deudas pendientes de estas luchas: una es la legalización del aborto y la otra se vincula con los derechos económicos, sociales y culturales de los grupos trans. Con respecto a la primera, agrega que las mujeres tienen que poder decidir sobre sus cuerpos y tener autonomía, y que las más perjudicadas son las mujeres pobres que no tienen acceso a clínicas privadas. En relación con la otra deuda pendiente, habla de la necesidad de garantizar no sólo el cupo laboral de grupos trans, sino también el derecho a una vivienda y a una salud digna. En definitiva, a una vejez digna, porque estos grupos han sido históricamente excluidos por el Estado y su expectativa de vida es de sólo 35 años. Es decir que bien pueden considerarse sobrevivientes.
La entrevistada propone la necesidad de mejorar la articulación con el movimiento feminista, ya que considera que aún existen fuertes prejuicios hacia los grupos trans. Por ejemplo: “un documento no te convierte en mujer” es una frase que le dijeron a una integrante de un grupo trans en el último Encuentro de Mujeres. Esto es un signo de época, dice Vásquez Haro, el no reconocimiento no sólo de las luchas sino de políticas vigentes, como la ley de identidad de género. Si profundizamos esto, agrega, las políticas neoliberales se llevan adelante con mano dura, por eso el aumento de travesticidios y otros crímenes de odio.
A su vez, la entrevistada plantea que la ciudad de La Plata es un laboratorio de armado de causas, muertes y torturas de integrantes de grupos trans. Si en los ‘90 los códigos de faltas estaban a la orden del día, a partir de 2015 la normativa 23.737, la ley de drogas, es la herramienta utilizada por la policía para llevar adelante una doble discriminación: por migrante y por trans. Por este motivo, varias organizaciones por los derechos trans realizaron presentaciones judiciales, incluso ante organismos internacionales.
Para finalizar, Vásquez Haro habla de la necesidad de integración y articulación de todos los grupos que luchan por los derechos de las mujeres y aquellos de la diversidad sexual y de género que confluyeron el 3 de junio en la Marcha Ni Una Menos.
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