Producción flori-hortícola en el periurbano, necesidad de un Estado presente

El temporal del pasado domingo 5 de febrero, evidenció la falta de políticas públicas para los productores familiares quinteros. Sin energía eléctrica que permita obtener agua para consumo personal y riego, y con muy graves pérdidas económicas, el Estado en sus tres niveles sólo ofreció una ayuda irrisoria para comenzar la recuperación de sus producciones. Ante esta situación, se pone en debate qué modelo de producción primaria periurbana se pretende en la región y a qué sectores socioproductivos se aspira favorecer.

El fenómeno climático  del domingo 5 de febrero golpeó con especial énfasis a los productores flori-hortícolas del Cordón Verde, que quedaron devastados, con sus invernáculos destrozados, la producción malograda, sin electricidad ni provisión de agua.  Las ráfagas de más de 100 kilómetros se ensañaron con los productores, que sufrieron graves pérdidas.

La situación de los productores es desesperante, ya que la tormenta arrasó invernáculos, viviendas, maquinaria y automóviles. Sin luz, que permita la provisión de agua para consumo humano y riego, la situación empeora. Las pérdidas en algunos casos son totales. A la crisis que atraviesa el sector desde hace años, se suma ahora la pérdida  en la producción y en los invernaderos. Se necesita que el estado municipal, provincial y nacional actúen rápidamente para paliar los daños, ya que estas gravísimas pérdidas dejan a las familias al borde de la ruina. Las zonas de Abasto, Etcheverry, El Peligro, Colonia Urquiza, El Pato, Parque Pereyra, Estancia Chica  sufrieron daños en  más del 70 por ciento de la producción bajo cubierta. En tanto, las hortalizas a campo no corrieron mejor suerte.

A la adversidad climática del fin de semana, se le suman las problemáticas que padecen en torno al acceso a la tierra, las tarifas energéticas, los insumos para la producción y los costos  de los invernáculos.

La situación de los productores es desesperante, ya que la tormenta arrasó invernáculos, viviendas, maquinaria y automóviles

Los productores y productoras que trabajan la tierra en el gran La Plata, tienen costos muy altos y están desolados. El costo del arrendamiento de una hectárea de tierra para producción, oscila entre los $3000 y los $7000. La mayoría de los productores pagan boletas de luz de más de $2000 pesos mensuales. La instalación de un invernadero de 50 metros de largo, por 6,30 de ancho cuesta $30.000 sólo en nylon y maderas. La bandeja de 200 plantas de tomate tiene un costo de 1.000 pesos. Se requieren al menos 2 bandejas por surco. Para la desinfección del suelo el costo de agroquímicos supera los 10.000 pesos.  Los productores familiares que son arrendatarios, no tienen acceso al crédito por lo que viven endeudados con las financieras. No hay forma de solventar los gastos sin esos créditos.

En el Cordón Hortícola Platense se emplaza más del 60 por ciento de los invernáculos del país. Esto dimensiona la gravedad de la situación. Según datos aportados por investigadores de la Facultad de Cs. Agrarias y Forestales de la UNLP y el  Conicet, la mayor concentración de productores  se da en los cultivos de tomates y pimientos, donde unos 30 quinteros medianos y grandes se reparten el 50 por ciento de la producción. El resto de las hortalizas recae en los agricultores familiares, sobre todo bolivianos, que manejan más de un 80% de la producción. El  modelo tecnológico imperante concentró la producción en La Plata que hoy se posiciona como la región hortícola más importante del país. La fuerte concentración de la producción genera impacto negativo en el uso de bienes comunes como la tierra, el agua, la mano de obra y las condiciones de hábitat de los productores. Ahora se le suman las inclemencias climáticas del 5 de febrero que ponen en riesgo la producción y el abastecimiento de alimentos frescos, como así también  la subsistencia de los productores familiares, en su mayoría arrendatarios y medieros, que sin acompañamiento del Estado, difícilmente puedan reponerse de las cuantiosas pérdidas.

Se necesita de un Estado presente que asista en la emergencia, acompañe, fortalezca a los agricultores familiares en busca de mejores condiciones de vida y de producción

Por lo tanto, es necesario un fuerte apoyo del Estado para la continuidad de los agricultores familiares quinteros. Asistencia en la emergencia, con generadores, agua, cuidados  médicos-sanitarios; y en el corto plazo, fuerte desarrollo de políticas, en lo que tiene que ver con el uso de la tierra, la comercialización y el financiamiento, aspectos claves y estructurales, en los cuales el Estado debe actuar para que los productores familiares no dejen de producir. Subyace, en el fondo, la posibilidad que sin estas políticas públicas, se realice una importante transferencia de la producción y de los ingresos, desde los productores familiares hacia los productores empresariales, generando expulsión de familias del sector, menor producción, importación de hortalizas y encarecimiento de dichos alimentos

La provincia ofreció brindar sin costo, sólo 4 rollos de nylon por productor para rearmar los invernáculos. Los productores solicitaron un subsidio de 100.000 pesos para volver a poner en producción al menos un cuarto de hectárea.  En estos ofrecimientos, se debaten 2 modelos de agricultura periurbana, una que privilegia el mercado y por ende, las políticas tienen que ver con no intervenir en el sector, priorizando “la ley del más fuerte”; otro modelo de agricultura periurbana necesita de un Estado presente, que asista en la emergencia, acompañe, fortalezca a los agricultores familiares en busca de mejores condiciones de vida y de producción. Sin duda alguna, los resultados de esta puja impactarán en el  desarrollo territorial del periurbano y en precio de los alimentos de la mesa de los argentinos.

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