Opiniones| viernes, 16 de diciembre de 2016

Trabajo Social y desigualdad social

La situación actual del Trabajo Social no puede comprenderse sin repasar su larga historia y las transformaciones mundiales que han revertido la reducción de la desigualdad social bajo la hegemonía de las corporaciones y el capital financiero.


por José Carlos Escudero

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El Trabajo Social ha recorrido un largo camino: desde sus inicios asociados a los loables impulsos humanos de caridad, generosidad y empatía con los necesitados y con los sufrientes, para darles contención, ayuda y cuidado, donde las instituciones en las cuales los trabajadores sociales o sus antecesores se desempeñaban eran en su mayoría confesionales o estatales con un fuerte sesgo eugenista; hasta la actual situación donde el Trabajo Social es considerado una Ciencia Social en nivel de igualdad con otras, cuyos orígenes son más antiguos y más académicos. El Trabajo Social actual no se detiene en la solución de casos individuales, sino que los usa para analizar las situaciones estructurales, a nivel local, regional e internacional, que generan a estos mismos casos y que son pasibles de reducción o mejoría mediante la enunciación e implementación de políticas diferentes a las vigentes. Estas categorías y métodos de análisis suelen compartirse con otras disciplinas, como las Ciencias Políticas, la Economía Política, la Sociología, la Ecología, la Psicología Colectiva y varias más.

La desaparición del “Socialismo Real” en los años ‘80 del siglo pasado eliminó  al rival más importante, en términos simbólicos y geopolíticos, del capitalismo mundial, que pudo desarrollar planes “de máxima” para globalizar a todo el mundo bajo las reglas de juego de su fracción hegemónica: el capitalismo financiero. Para hacer esto, tuvo y tiene que debilitar a su siguiente enemigo: los Estados Nación, que surgidos a  partir de las Revoluciones Burguesas, tienen una bandera, un Himno Nacional, una Constitución y mucho más: poseen una experiencia histórica compartida por toda una población que, por lo general, se aúna para cumplir una serie de objetivos donde ocupan un lugar prioritario los derechos humanos que pueden obtenerse de una forma no mercantil, además de la búsqueda por cumplir ciertas metas, entre ellas el desarrollo socioeconómico  y el igualitarismo, no solamente legal sino también económico.

No hay derrame, sino succión de la riqueza de pobres a ricos, tanto en la periferia como en el centro del mundo

Hoy hay una plétora de acuerdos y tratados diseñados por el capitalismo financiero y las corporaciones que lo encarnan, que están en diferentes etapas de diseño, ejecución y profundización. El que parece afectar más inmediatamente al Estado Nación Argentina es el del Pacífico, que taxativamente prohíbe a sus Estados Nación miembros el poder subsidiar líneas estratégicas de investigación o implementación de políticas de Estado en ciencias; que permite litigar de igual a igual a las corporaciones contra ellos en tribunales que dependen de los globalizadores; que permite el uso de la figura legal “ingresos no obtenidos”; que prolonga mucho la duración de las patentes en manos de las corporaciones; que permite a estas patentar fenómenos de la naturaleza que ya son usados de manera no mercantil; que reduce los procedimientos de cautela ante las manipulaciones genéticas; que baja los requisitos de etiquetado de productos. De una manera más general, los globalizadores procuran que los Estados Nación se desfinancien; que vuelvan sus sistemas impositivos más regresivos, cobrando menos impuestos a los ricos; que flexibilicen y precaricen el Trabajo; que hagan aumentar el desempleo disciplinador; y que permitan el manejo supranacional de los medíos de comunicación, para crear una subjetividad colectiva favorable a las corporaciones y despolitizar a las sociedades.

Hay dos instituciones recientes del capitalismo financiero que están en pleno desarrollo: los Paraísos Fiscales, que debilitan la función recaudadora de los Estados Nación (se estima hoy que estos atesoran a la quinta parte de la riqueza mundial) y los Fondos Buitres, que agreden a los Estados Nación díscolos. Otra arma, de uso permanente, es la desestabilización de Estados Nación que presentan resistencias o que pueden postularse como un modelo alternativo exitoso. Hoy en América Latina el arma tradicional del golpe militar auspiciado y financiado por el gendarme mundial de las corporaciones, los Estados Unidos, ha sido reemplazada por una combinación desestabilizadora de medios de comunicación neoliberales (la ideología de la globalización) y el Poder Judicial en cada país. Por esta razón, creo que todo plan de estudios de Trabajo Social debe incluir (sin reemplazar, por supuesto, explicaciones más tradicionales acerca de la Cuestión Social) el análisis de este modelo explicativo y de sus categorías.

Cuando las poblaciones se empobrecen, la igualdad, meta casi hegemónica del Trabajo Social, está cada vez más lejos

Están sucediendo otras cosas en nuestro planeta, que están modificando el área de competencias de los trabajadores sociales, porque están transformando la estructura de las sociedades. La “teoría del derrame”que ha justificado y continúa justificando los ajustes capitalistas (presentados como dolorosos y breves intervalos en el camino hacia un fututo venturoso) se ha demostrado, con abrumadora evidencia empírica, falsa. A nivel mundial el camino hacia la reducción de la desigualdad se ha revertido. No hay “derrame “, sino “succión” de la riqueza de pobres a ricos, tanto en la periferia como en el centro del mundo. La distancia entre ricos y pobres, como el empobrecimiento de estos, se acentúa especialmente en Estados Unidos y Gran Bretaña, las dos mayores plazas financieras del mundo. Thomas Piketty, autor de un libro fundante sobre igualdad y desigualdad, describe al actual capitalismo como un sistema donde minorías cada vez más pequeñas se han vuelto “rentistas” y “patrimonialistas”. Piketty propone, sensata e idealistamente, un aumento de los impuestos a los ricos y un impuesto internacional a la riqueza.

Hay otro hecho nuevo y muy preocupante. La crisis económica mundial que comenzó en 2008 con el estallido de la burbuja especulativa de bienes raíces en Estados Unidos, ha sido reactivada por el sucesivo estallido de otras burbujas. Esto ha aumentado el sufrimiento social en casi todo el mundo, incluyendo a los países centrales donde se localizan las corporaciones que no se han mudado a Paraísos Fiscales. Cuando las poblaciones se empobrecen y empiezan a darse cuenta que sus hijos la van a pasar peor que ellos, cuando sus niveles de desnutrición, morbilidad y mortalidad comienzan a aumentar, quebrando una tendencia favorable, su subjetividad individual se deteriora y la trama social que los incluye se deshilacha. La igualdad, meta casi hegemónica del Trabajo Social, está cada vez más lejos.

En suma ¿qué propongo en estas breves líneas? Sencillamente que estos tremendos problemas mundiales encuentren un lugar en los planes de estudio del Trabajo Social. ¿Las fuentes de información? en gran parte, Internet. ¿Una justificación hedónica por añadidura? Como dijo alguien hace mucho tiempo, “feliz aquel que conoce la causa de las cosas”. Buena caza.

Fotógrafo / ilustrador: Gabriela B. Hernández

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