Marisol Fernández, Lucila Goller y Florencia Lopez: “Este momento nos puede permitir repensar el lugar de les residentes en todo el sistema de salud pública”

Un grupo de estudiantes de Trabajo Social realizamos un encuentro virtual con las Licenciadas Marisol Fernández, Lucila Goller y Florencia Lopez, residentes de Trabajo Social en hospitales de CABA y PBA a partir del interrogante: ¿Cómo está impactando la pandemia en la institución e intervención profesional?

La actividad se centró en analizar desde el trabajo social las implicancias de la pandemia en los efectores de salud. Marisol sostuvo que “se trata de una enfermedad nueva para el mundo y su nivel de impacto dependerá de las políticas estatales y comunitarias impulsadas en un país que tiene un sistema de salud fragmentado, desarticulado e inequitativo; y en particular el público como sector más desabastecido y desfinanciado. Asimismo, dependerá de las medidas dirigidas a los sectores más humildes y de su sostenibilidad, asumiéndolas con perspectiva de género en tanto afecta más a las mujeres y disidencias”.

La pandemia puso en crisis algunas cuestiones del Modelo Médico Hegemónico, en especial la centralidad del saber médico, la atención a la enfermedad y la certeza diagnóstica como organizador de la intervención. En este sentido, Marisol refiere que “como se viene diciendo, el virus no discrimina pero sí se puede hablar de sectores sociales que la pasan peor en relación a su acceso a derechos. Una cura, entendida desde la salud integral, requiere de conocimientos interdisciplinarios, prevención y políticas de acompañamiento. Construir una atención situada en cada realidad”.

Lucila nos comenta que “la pandemia cambió el escenario de la vida y también de las instituciones sanitarias, se empezó a trabajar sobre posibles escenarios futuros que implica reorganización a nivel infraestructura, cuidados, prácticas y formas de atención”.

Los hospitales atraviesan un proceso complejo y conflictivo: hay menos concurrencia por las medidas de aislamiento y por la circulación del virus. Se sostiene lo esencial y lo urgente. En su gran mayoría cuentan con recursos limitados materiales y humanos.

Florencia instala otro planteo: “Este momento nos puede permitir repensar el lugar de les residentes en todo el sistema de salud pública, ya que no se puede sostener la demanda que hay en todo el sistema sin el laburo de les residentes”.

Vale remarcar ciertas particularidades según el tipo de institución hospitalaria:

Marisol relata: “El caso del Hospital de Romero es diferente, ya que es un efector de salud mental con más de 400 personas internadas”. Abre una pregunta que se hacen como profesionales que nos invita a pensar colectivamente: “¿Se puede leer la crisis actual como oportunidad para evidenciar que el encierro y las prácticas de aislamiento no curan? La pandemia encontró a la salud mental con escasas políticas de sustitución de instituciones de encierro. Existen personas en situación de riesgo por las condiciones que el propio sistema produce. Se hicieron pausas en los procesos de externación a raíz de la pandemia y se acrecientan los malestares subjetivos y vinculares. Si bien los equipos desarrollan prácticas de salud que tensionan el modelo manicomial, el hecho de quedarse adentro visualiza un retorno al encierro y un retroceso en el campo de la salud mental, sobre todo en contexto de internación”.

Para Lucila implicó otro tipo de reordenamiento institucional: “En el hospital urge liberar camas para recibir a personas infectadas o con sospecha de contagio. Además, se espera que las personas no permanezcan más tiempo del estrictamente necesario”. Sobre les pacientes mal llamados “sociales” (expresión que separa lo físico-clínico de lo “social”), afirma que “son aquelles que tienen el alta médica pero por no contar con las redes necesarias para la externación -ya sea redes vinculares, vivienda o condiciones de vida que permitan su cuidado- permanecen en el hospital. En este contexto se agilizaron gestiones de hogares/recursos/dispositivos para que les pacientes sociales puedan externarse. Se atiende a personas que llegan con cuestiones impostergables, con quienes están internados y sus familias”.

La alteración del funcionamiento del hospital se refleja en las intervenciones del trabajo social, que se vieron modificadas por la reducción del contacto personal con les usuaries y el encuentro colectivo que es permanente en nuestro trabajo. Según Lucila, “se intenta que las intervenciones sean más acotadas para evitar exponer a les usuaries y garantizar el cuidado de les trabajadores. La intervención ‘cuerpo a cuerpo’ se reduce a lo mínimo indispensable”.

Florencia comparte que “se está trabajando con gente en situación de calle y con gente que llega al consultorio con demandas muy puntuales y que no se pueden postergar. Aparecen, además, otras situaciones y enfermedades graves y extendidas como el dengue, a las cuales hay que seguir acompañando. ¿Qué tenemos para aportar? Por el momento, desde el servicio se intenta acompañar a las personas infectadas por Covid-19 o casos sospechosos en el contacto con las familias. Los pacientes quedan internados y sus familias no tienen conocimiento de su estado”.

Los equipos de salud tienen el desafío de intervenir desde un enfoque de DDHH y de género, apuntando a fortalecer el cuidado y autocuidado de usuaries, familiares y de les propies trabajadores. Las acciones preventivas básicas para evitar las infecciones y contagios son esenciales, transmitiendo información de manera responsable y favoreciendo el cuidado de la salud mental del conjunto de la población. El acompañamiento es la figura central a fortalecer desde una mirada integral, accesible, intersectorial y feminista.

Las residentes coinciden en que el problema excede lo sanitario, afectando lo político, social y económico; atraviesa a cada persona, a las formas de organización familiar y de los cuidados. Les profesionales deben identificar esas particularidades y las determinaciones que complejizan el desarrollo de la vida cotidiana para pensar intervenciones situadas que den respuesta a las realidades de les usuaries. Se presenta el desafío de facilitar el acceso a información certera y establecer vínculos con organizaciones comunitarias que aporten al cuidado colectivo. El Covid-19 puso en evidencia las desigualdades sociales, lo que nos tiene que llevar a cuestionar el sistema en el que vivimos, en qué condiciones y cómo nos relacionamos.

Poner a la salud en el centro del debate es una oportunidad. Hacer de esta pandemia que nos angustia, nos llena de incertidumbre, una oportunidad para remarcar la importancia de la salud pública, revalorar el primer nivel de atención para que la mayor parte de las situaciones puedan resolverse allí y así evitar el colapso de los hospitales. Un Estado presente en este contexto se torna particularmente esencial para reforzar la salud pública y contrarrestar su deterioro histórico.

Preguntas resonando: ¿Qué estrategias de enfrentamiento a la pandemia se desarrollan en los territorios en el marco del aislamiento? ¿Podemos generar las condiciones para que en el sistema de salud se den transformaciones más profundas que impliquen universalidad y acceso al derecho a la salud para todes?

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