Opiniones| viernes, 16 de octubre de 2020

La educación superior como derecho. El ingreso a la Universidad de personas mayores de 25 años que no completaron estudios secundarios

El ingreso a la Universidad resulta un momento fundante. Tanto para quienes deciden comenzar una carrera universitaria, como para las comunidades académicas que lxs reciben, se constituye en un encuentro en el que múltiples dimensiones se ponen en juego generando una huella que impacta significativamente en el desarrollo de las trayectorias que allí se inician.


por Matías Causa y Analía Chillemi

En las últimas semanas, desde la Secretaría Académica tuvimos la posibilidad de realizar entrevistas a las personas mayores de 25 años de edad que no completaron sus estudios del Nivel Secundario y aspiran a ingresar a la UNLP para estudiar alguna de las carreras que la Facultad ofrece. Esta posibilidad se enmarca en el Art. 7º de la Ley 24521/95 de Educación Superior. El mismo establece que se podrá ingresar a las instituciones de Nivel Superior excepcionalmente, siempre que se demuestre a través de las evaluaciones establecidas que se cuenta con una preparación y/o experiencia laboral acorde con los estudios que se pretende iniciar, así como con las aptitudes y conocimientos suficientes para cursarlos satisfactoriamente. A su vez, en el contexto de la UNLP la Ordenanza N° 255 regula las condiciones que suplen el certificado de aprobación de la educación secundaria para estas personas. Cabe señalar que recientemente se ha avanzado desde la Secretaria de Asuntos Académicos de la presidencia de la Universidad en una propuesta integral, que incluye el acompañamiento para la preparación de las evaluaciones mediante instancias de apoyo creadas a tal fin, a cargo de docentes de la UNLP especialistas en cada área curricular. La experiencia ha demostrado que estos espacios impactaron favorablemente en el número de aspirantes que efectivamente pudieron convertirse en ingresantes a las carreras elegidas.

En función de lo establecido, nos contactamos con nueve aspirantes a ingresar a la FTS: ocho de ellxs para la carrera de la Licenciatura en Trabajo Social y una persona interesada en la recientemente aprobada carrera de Tecnicatura en Gestión Comunitaria del Riesgo. A partir de las entrevistas realizadas nos resulta importante compartir algunas impresiones y reflexiones que nos produjeron estos encuentros en tanto equipo de trabajo de la Secretaría Académica.

Luego de un primer contacto vía correo electrónico y/o telefónico realizamos las entrevistas virtuales con las personas aspirantes. Las edades de las mismas promedian los casi treinta y cuatro años, en una franja etaria que oscila entre los veinticinco y cuarenta y tres años de edad.

Nos encontramos con que algunas de las personas se encuentran cursando el Nivel Secundario (fundamentalmente en el marco del Plan Fines II). La mayoría son mujeres que trabajan y tienen hijxs a cargo. Una gran parte pertenece a la primera generación de su familia de origen que estaría accediendo a los estudios superiores. En los relatos de sus biografías escolares nos fue posible captar y poner en valor las decisiones educativas que tomaron a lo largo de sus vidas en un contexto histórico, social y cultural determinado. Nos interpeló advertir en sus testimonios las necesidades que lxs estimularon a buscar en la FTS no solo una nueva chance formativa sino también ampliar y fortalecer sus horizontes laborales.

Además en sus relatos, refieren los aspectos que incidieron en la interrupción de la escolaridad secundaria, las necesidades que lxs estimularon a buscar una nueva oportunidad en el ingreso a la universidad, las trayectorias escolares que se entrelazan con las historias familiares en las distintas etapas de sus vidas (y en muchos casos también las de sus hijxs) favoreciendo y estimulando la decisión de inscribirse en la FTS.

Hemos podido observar que la demanda efectiva por el acceso a la universidad, en varios de los casos aunque no exclusivamente, se construye una vez que han logrado una cierta estabilidad laboral y/o emocional que les permite renovar el interés por continuar formándose. Encontramos en sus testimonios que en esta etapa de sus vidas, lxs compañerxs de trabajo y /o las parejas e hijxs han incentivado la decisión. Resultaron muy significativas sus expresiones ligadas a la igualdad de derechos y el crecimiento personal, pero se destaca también en algunos pasajes de sus relatos la búsqueda de nuevas herramientas que complementen sus experiencias y a su vez contribuyan a la transformación de problemáticas con las que se vinculan.

Mientras organizamos nuestras impresiones y reflexiones analíticas quisiéramos enfatizar que a la alegría ante la materialización de este derecho se nos agrega el desafío de pensar en las diferentes estrategias que debemos profundizar, para que nuestra unidad académica continúe fortaleciendo las líneas de trabajo que promuevan  propuestas de formación de calidad que nunca pierdan el horizonte de la inclusión. Es decir, que garanticen no solo el acceso, la permanencia y el egreso sino que sean capaces de construir una interacción que posibilite la recuperación de los diferentes saberes que se ponen en juego en los procesos de formación. Propuestas que además, contribuyan a construir una Universidad que apostando al crecimiento y sostenimiento de la educación pública, articule con los distintos niveles para ampliar los márgenes de accesibilidad.

La educación como derecho, debe poder formar parte del horizonte de sentido de todxs, más allá que la Universidad se constituya además en una elección. Sin dudas la experiencia del Plan Fines ha aportado significativamente en la construcción de proyecciones vitales diferentes. La mirada puesta en estos últimos años en la ampliación de propuestas educativas de Nivel Superior en diversos territorios y la implementación de carreras que contemplan diferentes realidades buscando además un aporte en materia social, han resultado también fundamentales (exceptuando el período de gobierno de la Alianza Cambiemos que resultó nefasto en materia educativa, entre otros aspectos). Las políticas de inclusión y el trabajo de acompañamiento a trayectorias educativas reales que lleva adelante la UNLP en general, pero especialmente nuestra Facultad desde hace varios años, son parte imprescindible del engranaje que permite ampliar estos horizontes. En esta dirección, como Secretaría Académica de la FTS enfatizamos por un lado la implementación sumamente necesaria de políticas de ingreso y retención de estxs personas y por el otro, las estrategias de acceso que como Facultad nos permitirán transformar estas demandas potenciales en demandas efectivas.

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