Noticias| lunes, 1 de octubre de 2018

El hambre es un crimen: la marcha de las organizaciones de niñez

"Acá se cocina el hambre" denunciaron el 27 de septiembre frente a la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que participan de organizaciones, hogares y centros de día. El reclamo es por mayor presupuesto y cumplimiento efectivo del sistema de promoción y protección de derechos.


por Entredichos

Ese jueves amaneció soleado. El 27 de septiembre era una fecha esperada por muchos para movilizarse, para accionar colectivamente y ocupar el espacio público denunciando la profundización de la pobreza, el hambre cotidiano y todas las vulneraciones de derechos de las que son sujeto las niñeces y juventudes en los barrios de nuestra ciudad. La marcha retoma una consigna ya utilizada en otras ocasiones “El hambre es un crimen”, y con ella busca por un lado dar la batalla discursiva sobre cuál es el principal crimen en nuestro país, y por otro inscribirse en la tradición de lucha del Movimiento Chicos del Pueblo, aquella experiencia política novedosa en el marco de la Central de Trabajadores Argentinos, con continuidad en distintas movilizaciones de trabajadores, de desocupados, de familias, de derechos humanos y de repudio a la violencia institucional, por citar algunas del campo popular donde abreva la herramienta política de la marcha. Transitar las calles de a muchos y con alegría. Esa es una particularidad de las movilizaciones desde los noventa tal vez, pero la de pibes, esta marcha, es una marcha de restitución de la alegría. De ocupación con derechos en la calle y la plaza, esos lugares de los que suelen echar a los pibes de los barrios alejados del centro. Los suburbios, el arrabal, las afueras, la periferia, una cantidad de terminología para nombrar nuestros barrios, que nunca alcanza para hablar de nuestras vidas. Vida de barro duro, de escuela incendiada sin reconstruir, de anegamientos en cualquier lluvia, de comedor en las iglesias, en las organizaciones o en las escuelas, de vestirse con lo que se puede, de trabajo arduo para sostener la casa y mejorarla.

Los pibes hablan por sí solos. Los adultos somos llamados a escucharlos. Nos piden atención, exigen decisiones políticas, le piden a la gobernadora presupuesto para las organizaciones, salario para los que los cuidan. Le piden al presidente otra forma de gobernar, una en la que los papás y las mamás consigan trabajo. Le piden al municipio que funcionen los servicios locales de niñez y adolescencia, que equipe las plazas, los clubes y los centros recreativos.  Los pibes nos piden un lugar para estar y ser con una vida digna. Lo reclaman con el rap, con la orquesta, con la actuación de teatro, con la batucada, con la murga, con los juegos. Todo eso pudimos ver el jueves en la plaza. Mostramos una mínima parte de lo que hacemos todas las semanas. Marchamos desde Plaza Moreno a Plaza San Martin, más de seis cuadras de color, música, pancartas y banderas. La solidaridad de varios sindicatos, de organizaciones políticas, de movimientos sociales, de estudiantes y trabajadores universitarios, y de los ex combatientes de Malvinas también se hicieron presentes (¡estaba riquísima la chocolatada compañeros!).

La singularidad de estas marchas son las narices de payaso, los zancos, los disfraces, el cuidado de los pibes, la organización previa, y sobre todo: la voz de les pibes. Durante meses en cada organización se vino trabajando con los chicos y chicas sobre las consignas, los reclamos, el por qué está pasando lo que está pasando, quiénes son los responsables, qué les gustaría que fuera distinto. Esa cantidad de preguntas, dudas, e ideas compartidas en las meriendas, los talleres, las asambleas se volcaban en producciones plásticas, pancartas, fotos y filmaciones. Además cada organización eligió a sus voceros, que son los pibes y pibas que representan, los que el jueves estuvieron arriba del escenario leyendo el documento elaborado. Ellas y ellos se reunieron durante varios sábados para elaborarlo. Crecieron. Y los y las adultas acompañaron a través de la Asamblea de Organizaciones de Niñez. Esperamos que la marcha del jueves 27 haya sido escuchada.

El hambre es un crimen y los gobiernos tienen la posibilidad de evitarlo.

Crónica: Mariana Chaves. Directora Especialización en Intervención Social con Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes FTS-UNLP

Fotografía: “Chicho” Moya

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