Entrevisté a Adriana Puiggrós en el marco de las X Jornadas de Investigación, Docencia, Extensión y Ejercicio Profesional (JIDEEP), llevadas a cabo en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata el 14 y 15 de septiembre de 2017. Puiggrós formó parte de uno de los paneles centrales, en el que se abordó particularmente la relación entre universidad, neoconservadurismo y erosión de derechos.
Fue un enorme placer entrevistarla. Puiggrós es uno de esos casos raros en que una persona conjuga excelencia académica, “los pies en el barro” de la gestión y el compromiso político, una trilogía difícil de encontrar en estos tiempos que corren.
La entrevista coincidía con el lanzamiento y la presentación de un nuevo libro que acababa de editar: Adiós Sarmiento. Educación Pública, Iglesia y Mercado. Paradójicamente, para la elaboración de la entrevista habíamos estado intercambiando ideas con dos compañeras docentes -Daniela Larocca y María José Draghi- y recordaba otro texto publicado por Puiggrós, allá por los años ’80, titulado Imperialismo y Educación en América Latina. Esta investigación me había llevado a pensar por primera vez en la importancia de la educación en la estructura social.
Del paralelo entre ambos trabajos -con casi 40 años de diferencia- surgió la primera de las preguntas, en referencia a la relación que establece entre las capas escolarizadas, las no escolarizadas y los intelectuales en cada momento histórico, como a la necesidad de caracterizar ese vínculo en la Argentina actual. La respuesta de Puiggrós fue tan contundente como dramática. Manifestó su deseo de que no hubiera querido una continuidad entre ese primer texto y el contexto político actual, donde se profundizan las desigualdades y los accesos para las poblaciones vulnerables son cada vez más complejos.
La problemática de la “mercantilización” de la educación pública y la desescolarización atraviesan toda la entrevista. Se vuelven temas recurrentes, enriquecidos con ejemplos, pero también con experiencias de prácticas concretas que desmitifican la resignación ante un discurso mediático y político poderoso. Éste cotidianamente instala en la agenda pública frases muy contundentes, como “caer en la escuela pública”, “un pibe preso por día”, “reforma educativa” y “la secundaria del futuro”.
En la entrevista -y no casualmente en el marco de las X JIDEEP- Puiggrós rompe la idea preconcebida de intelectual, la extiende a los trabajadores de la educación y la sitúa en la calle, como una estrategia más que valiosa para cuestionar al pensamiento dominante.
Finalmente, ante la desestructuración de los dispositivos de educación popular y el aumento del analfabetismo funcional que se está viviendo, Puiggrós habla sobre el Tánatos, los tiempos de crisis y la necesidad de analizar los procesos actuales que atraviesa el campo de la educación. Como advierte muy bien: “Puesto de trabajo y lugar de estudio que se desestructura, no se vuelven a construir inmediatamente, cuesta muchísimo trabajo reconstruir trayectorias”.
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